martes, 3 de abril de 2012

Primer entreno Trail.


Bueno he estrenado zapas. Al final me pille las Trabuco 14 de Asics.
La verdad es que no soy un gran entendido en cuanto a zapatillas pero me ha sorprendido gratamente la estabilidad y amortiguación que ofrece esta zapatilla, lo que hace la tecnología.
No hablaré ahora más de ellas, intentaré hacerlo en otro pagina (Pruebas de material), ahora me gustaría explicar un poco las sensaciones que he tenido en este mi primer acercamiento al trail.
Parto diciendo que creo que lo he hecho mal. Creo que debería haber entrenado más corriendo por asfalto, y una vez hubiera cogido algo de forma y bajado peso, probar con el trail.
Pero no lo he hecho así, por lo que se me ha hecho duro de cojones.
Diosssss, que mal estoy.
Pretendía hacer el recorrido de la primera carrera trail por Monte Orgegia. Es un recorrido de unos siete kilómetros y medio, que corre por senda, pista y que incluye varias trialeras de subida y de bajada. La definen como perfecta para iniciarse en esto del trail ya que tiene una distancia moderada y un desnivel acumulado no muy alto.

                                                        Track oficial de la carrera.

Pues menos mal, porque yo he sufrido y mucho, total para acortarla en kilómetro y medio.
Llego a la zona de la salida, con esa mezcla de excitación y miedo que te genera el enfrentarte a algo nuevo, pero con muchas ganas.
Llevo conmigo a dos fieles amigos que me escoltaran y a la vez disfrutarán seguro más que yo de esta carrerita. Son Thor y Lola, una mezcla de mastín y una boxer que comparten conmigo la pasión por el monte.



Así que los bajo del coche y automáticamente salen disparados a reconocer la zona y hacerla suya con la metodología clásica de los canes, meaditas a diestro y siniestro. Os aseguro que si los vierais no tendríais la menor duda de que los perros sonríen. Que fácil es hacerlos felices y cuanto te dan a cambio por tan poco.
Mientras ellos corretean yo me ajusto las zapas, pongo en marcha el gps, le doy al play del mp3 y me pongo en marcha.
Mis compañeros no tardan en adelantarme, como siempre, tienen como se suele decir, arrancada de caballo y frenazo de mula. Pienso, “si si corred que esto no es como empieza si no como acaba”, vacilón que es uno, y optimista.
De primeras me encuentro bien, el primer kilómetro lo hago con zancada larga, sacando pecho y con la respiración controlada, y eso que de vez en cuanto tengo que chillar para dirigir a mis hiperactivos compañeros que se vuelven locos siguiendo rastros de presas que nunca cazan.
Cuando llego al segundo kilómetro me doy cuenta de que me he saltado una intersección en el kilómetro y medio, así que media vuelta. Mal rollo, ya empiezo ha sentir los gemelos cargados y encima me equivoco. Corrijo el error y sigo hasta encontrarme el primer escoyo de la ruta. Es una trialerita de unos 50 metros y con una pendiente de cerca del diez por ciento. Aquí es donde mis gemelos dicen basta y mis lumbares le hacen el coro. La subo andando y tomándomelo con calma. Además me doy cuenta de que voy inclinado hacia delante, lo de sacar pecho ya no es una opción.
Ahora viene una trialera de bajada muy rota, la bajo a buen ritmo y me doy cuenta que se me da bien y eso que pensaba que en estas zonas de bajada era donde más iba a sufrir. Me animo. Llega una nueva subida y… me vuelvo a desanimar. Lo de los gemelos y lumbares ya se ha vuelto crónico. Otra trialera de bajada y vuelta a subir por senda de pendiente constante hasta el kilómetro tres de carrera (cuatro para mi, debido a los despistes) donde otra trialera en forma de losa de piedra te lleva hasta el mirador de Orgegia en el kilómetro tres y medio de la carrera (cuatro y medio para mi). Aquí es donde decido no forzar más los gemelos y desviarme por la pista hasta la base del monte donde tengo el coche. En esta pista, de zahorra y de bajada, acelero el ritmo dejando atrás a mis fieles compañeros que me siguen pegados a mis talones y llego al coche después de seis kilómetros y medio (seguro que casi el doble los kilómetros hechos por Thor y Lola) y con una media de cinco minutos y cuarenta y un segundos el kilómetro.
Estoy destrozado. Los lumbares los tengo hechos una bola y ando como Robocop por que bebido a la tensión de los gemelos casi no puedo girar los tobillos.
Para alguien acostumbrado a bajar de cinco minutos siempre, es frustrante pero lo asumo como normal debido al sobrepeso y la falta de entreno.
El resumen es que de cardio me he encontrado bien pero de tono muscular estoy hecho un desastre. Los gemelos y lumbares han acabado muy tocados.
Así que no va ha quedar otra, habrá que ponerse las pilas.

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